Blog Post

Buscando a mama desesperadamente

Irene Benitez Mir • mar 30, 2021

El "yo" adulto 
Sigue aún llorando por los rincones, esperando encontrar los brazos de mama.


Buscando a mamá desesperadamente.


Es vital la importancia que tienen los cuidadores en nuestra evolución personales po ello a pesar de ser adultos aún llevamos dentro de nosotros al niño que tal vez sufrió o sintió miedos e inseguridades y no fue atendido en la medida que lo necesitaba y seguimos esperando a que mama nos abrace fuertemente para sentirnos acompañados y protegidos en ciertos momentos pero desgraciadamente muchas veces nuestras mamas o no están o todavía continúan viviendo como aprendieron ellas a sobrevivir y no están disponibles para nosotros y a pesar de todo ello, nosotros continuamos esperándolas porque nos hemos quedado congelados en aquella edad infantil donde necesitábamos que nos acompañara con amor, protección y cuidado.


Al nacer somos totalmente inmaduros y esto nos convierte en seres dependientes de nuestras figuras de apego (papa y mama) y sólo podemos dejarla si ellos pudieron o supieron cubrir nuestras necesidades, sino siempre estaremos atados a ellos (especialmente a mama) de una forma consciente o inconsciente.


Debemos trabajar las múltiples niñas heridas que están todavía vagando por los rincones y hacernos amigas de ellas, reconocerlas, amarlas y arroparlas para que puedan llegar a ser la adulta que queremos ser.


Aprendemos a mirar el mundo con los ojos de mama y ese mundo se nos convierte a veces en un lugar difícil de transitar.


Sin darnos cuenta nos olvidamos de nosotros y vivimos pendiente de lo que mama quiere y necesita para obtener lo único que deseamos que es su amor y esta búsqueda constante va dejando una huella importante y vamos sintiendo:


 

  • Baja autoestima. No nos queremos, no nos aceptamos, no nos valoramos.

 

  • Sentimos miedo al abandono y ello a veces nos hace aguantar relaciones insatisfactorias por unas migajas de cariño (pareja, amigos, etc.).

 

  • Inseguridad, necesidad de aprobación.


  • Problemas de ansiedad y estrés debido al ambiente cambiante y poco seguro.

 

  • Una gran auto exigencia y necesidad constante de ser perfectos.

 

  • Problemas afectivos, inestabilidad emocional

 

  • Necesidad de cuidar de todos los que nos rodean como forma de sentirnos validos para poder recibir amor.


  • Sentimiento de soledad y de no merecer amor.

 


Y un largo, etc.


Te suena...



Ahora me gustaría hablarte de una forma generalizada a las diferentes madres que podemos ir encontrándonos en nuestras vidas pero sobre todo, mirándolas ahora a través de una mirada amorosa porque las madres no se comportan de forma dañina hacia los hijos a propósito, las causas de ese comportamiento se halla en la infancia que ellas mismas tuvieron y cuando profundizamos en su historia, encontramos que en su niñez también hubieron carencias, humillaciones, maltratos, soledad y a través de cómo aprendieron a amar y ser amadas nos entregaron su aprendizaje a nosotros y a pesar de no querer hacernos daño, sufrimos las heridas que muchas veces no somos capaces de sanar, porque ni tan siquiera sabemos que existen.


Tipos de madres :


Madre dominante, controladora y manipuladora


Se caracteriza por querer saber y controlar todo lo relacionado con sus hijos, qué hacen, a dónde van, quiénes son sus amigos, entre otros.


Ese control a veces es a tal alto nivel que no les dejan tomar sus propias decisiones ni elegir qué es lo que quieren o deben hacer con sus vidas, muchas veces de una manera imperceptible.


Normalmente, los hijos/as de madres controladoras se sienten inseguros e indefensos ante las situaciones en las que su madre no decide por ellos, ya que ellos no están acostumbrados a tomar decisiones importantes.


Una madre controladora genera siempre un apego inseguro. Un vínculo donde el niño no ha sido validado emocionalmente, por ello su habilidad para manejar las emociones suele ser nula o muy deficiente.


Y una consecuencia evidente es la clara dificultad para establecer una intimidad y una conexión emocional auténtica con alguna pareja afectiva.



Madre perfeccionista y exigente


Es la que tiene en cuenta las virtudes y capacidades de sus hijos, pero como resulta ser perfeccionista y exigente, tiende a querer más perfección y excelencia en sus hijos. La madre perfeccionista y exigente no se suele basar en el proceso (como esfuerzo y constancia) por el que pasa su hijo para llegar a sus logros, sino que únicamente se fija en los resultados obtenidos.


Los hijos cuyos padres son exigentes pueden ser perfeccionistas y inseguros. Todo esto se traducirá en inseguridad, dependencia, baja autoestima y predisposición a la ansiedad cuando sea adulto.



Madre sobreprotectora


Es aquella que se preocupa en exceso por sus hijos, tiene miedo de que les pueda pasar algo malo y por lo tanto tiende a no dejar espacio propio para sus hijos.


Suele anticiparse a los problemas, queriendo solucionar todo aquello que pueda causar algún tipo de dolor o consecuencia negativa hacia sus hijos.


Evitan a sus hijos cualquier situación desagradable, difícil o resuelven por ellos sus problemas, limitan o impiden que sus hijos exploren el mundo por si mismos, privándoles de la oportunidad de aprender.


La sobreprotección se vuelve dañina porque no deja que los niños se desarrollen emocionalmente e impide que evolucionen socialmente a la vez que les priva de poder alcanzar la madurez suficiente para ser personas independientes y autónomas que se valgan por sí mismas al alcanzar la edad adulta, produciéndoles sentimientos de inseguridad y de poca valía



Madre despectiva


Es la que no valora las capacidades ni logros de sus hijos, acostumbra a despreciarlos, ya sea por sus actos, por sus resultados en el colegio, por sus resultados en el deporte, entre otros, son sarcásticos, críticos, no dudan en humillar e invalidar a todo aquel que se sitúe delante de sus propósitos, se distinguen, además, por un claro sentimiento de superioridad. Hacen uso de una actitud de prepotencia muy marcada, se valen del sarcasmo, de la sonrisa que es amable pero que no duda en señalar nuestros fallos. Hacen uso de la condescendencia, de esos juicios de valor que buscan ayudar pero que acaban dejándonos más rotos y heridos.



Madre ausente


Es aquella que no está disponible, emocionalmente hablando, para sus hijos. Es un tipo de madre que se encuentra en casa, con sus hijos, pero no les presta atención y los niños la ven como una figura inaccesible emocionalmente hablando, aunque en algunos casos también se puede dar un tipo de madre ausente e inaccesible físicamente, por ejemplo, por un exceso de trabajo fuera de casa.


De hecho, el primer terror que conocemos es el miedo a perderla, a tener esa madre ausente que no nos socorra cuando la necesitemos. Si eso sucede, no habrá nada en el mundo que lo compense.

En esos primeros momentos de nuestra vida, somos capaces de aceptar y soportar cualquier cosa que ella haga. Si nos critica duramente o si nos desprecia, somos capaces de perdonarla rápidamente. De hecho, ni siquiera nos atrevemos a cuestionar lo que nos hizo, más bien nos culpamos a nosotros mismos por haber desatado su cólera. Lo que más tememos, en esos primeros años, es que nos abandone.

Hay personas que llegan a la vida adulta sintiéndose aterradas en todas aquellas situaciones en las que tienen que estar solas



¿Qué mama tuviste o tienes tú?







Share by: